El miedo a la gente: Antropofobia

EL MIEDO A LA GENTE: ANTROPOFOBIA

Con motivo del Covid19 y el alarmismo mediático y social, se dan casos de personas que tienen miedo a la gente, lo que se denomina “Antropofobia”. Está incluida en la fobia social, pero es más global, pues la fobia social se basa en la vergüenza, timidez o miedo a ser juzgado  por los demás o comparado con otras personas,  ante el deseo de ser aceptado por ellos. Normalmente la fobia social se da en grupos pequeños de personas con los que el sujeto está interactuando, mientras que el miedo a la gente es un miedo generalizado al acercamiento físico a cualquier persona, incluso a los niños, con los que nos acercamos, ni siquiera interactuamos, ni hablamos con ellos.

Valoramos mucho que los demás nos acepten, más que aceptarnos nosotros, y en reuniones sociales mostramos nuestra mejor cara para caer bien, ser simpáticos y ser aceptados. Todos necesitamos amor, cariño, respeto, cuidado. Ese es el oxígeno que alimenta nuestra alma, entendiendo por alma, el ánima, la psique, lo que anima nuestro cuerpo: pensamientos, deseos, sueños, sentimientos, emociones. Normalmente ese cariño en una temprana infancia lo suelen dar los padres, la familia y los amigos. Pero si este cariño falla en una temprana infancia, nuestra autoestima, el cariño que sentimos por nosotros mismos, no lo hemos aprendido, y es por eso que necesitamos imperiosamente el cariño y la aceptación de los demás, ya que nosotros no sabemos estar bien con nosotros mismos.

El odio es el polo opuesto al amor, pero están en la misma línea emocional: rechazo y atracción, odio y amor, repulsión y cariño. Sin embargo es el miedo lo que es contrario al amor. El amor atrae y el miedo aleja. La diferencia entre el miedo y el odio, es que el primero quiere alejarse del sujeto u objeto que teme, mientras que el odio lo atrae con la emoción del rechazo, de la rabia, le gustaría destruir al sujeto u objeto que odia. El miedo no quiere destruir, pues solo su pensamiento le crea ansiedad, temblor, incluso pánico. En el odio existe el maltrato, la violencia y la destrucción. En el miedo existe la huida o el bloqueo ante el solo pensamiento del objeto o sujeto que produce ese temor.

El miedo puede crearnos depresión, no querer salir de casa, ansiedad ante el contacto de otras personas (aceleración de los latidos del corazón, sudoración de las palmas de las manos, dilatación de las pupilas), bloqueo conductual,  aislamiento social.

El ser humano es un ser social como las abejas y las hormigas. Nos desarrollamos y sobrevivimos en sociedad, desde la época prehistórica donde nos reuníamos en tribus compuestas de familias, para defendernos del frío, de los elementos de la naturaleza, ya fueran tormentas, huracanes o bien las fieras que abundaban a nuestro alrededor. Durante miles de años seguimos viviendo en tribus o barrios, donde nos relacionamos con nuestros semejantes y compartimos con nuestros oficios y profesiones los desarrollos más necesarios no solo para nuestra supervivencia sino también para nuestro bienestar. Durante siglos hemos padecido epidemias y pandemias, lepra, peste, gripe, tifus, etc.

El miedo es natural en el ser humano: miedo a morir, al sufrimiento, a la miseria, a la enfermedad, a la soledad, estos son miedos naturales y normales con los que hemos de saber convivir y racionalizarlos, comprendiendo que en general el ser humano ha ido avanzando hasta estar mejor en la actualidad que nunca ha estado, ayudado por la ciencia y la técnica (si bien nos fallan los valores humanos). Pero cuando el miedo es irracional, no responde a un estímulo real, es un miedo imaginario, creado por nuestra mente, y generalmente está referenciado al futuro, en ese caso es un miedo que nos invade, nos bloquea y es difícil deshacerse de él, dado que lo creamos y alimentamos nosotros de forma inconsciente, automática  y a veces no podemos desprendernos de él.

Peor aún es cuando el miedo se convierte en miedo colectivo, sentido por una gran parte de la sociedad. Estos miedos son fácilmente creados por los medios de comunicación y los poderes públicos, que quieren tener sometida a la población, asustada, para manipularla más fácilmente y llevarla a donde ellos quieren. Esto se ha visto y se sigue viendo con la pandemia o plandemia del Covid 19.

Hemos tenido enfermedades muy graves, incluso infecciosas, pero nunca antes hemos sufrido las personas sanas un encarcelamiento obligatorio en nuestros domicilios, por temor a contagiarnos o contagiar a los demás. Se aislaban a los enfermos que tenían síntomas, pero nunca a las personas sanas. Ahora que la pandemia ha pasado, pues es verano, y el Covid19 ya está muy debilitado, nos obligan a salir de casa con mascarilla, incluso al aire libre y aunque no tengamos a nadie alrededor. En las empresas están haciendo tests PCR que parece que no distinguen de coronavirus, de gripe y otros resfriados, y las muestras de ARN pueden darnos positivo. Pero eso no implica que nos enfermemos ni que contagiemos. La manipulación mediática continúa y esto ejerce un efecto muy pernicioso en la psique de las personas, que nos vemos obligadas a huir de las personas, a no hablar con ellas, no relacionarnos, por miedo a contagiar o ser contagiados de algo que no vemos ni sabemos lo que es. Por tanto es un miedo imaginario que nos impide llevar una vida normal, alegre, contactando con nuestros amigos y familiares de forma natural. Y con las medidas gubernamentales de prohibir eventos y reuniones sociales, están haciendo quebrar a muchas empresas y autónomos.

Cuando el miedo es colectivo, se contagia, se agranda, y las personas más sensibles lo acusan más: Lavan sus zapatos con lejía, se cambian toda la ropa y la lavan cada vez que vienen de la calle, se duchan, limpian compulsivamente todos los objetos que tocan asiduamente y viven en un constante estado de ansiedad.

Frente al miedo imaginario y colectivo lo mejor es el conocimiento, ampliar el conocimiento y la información sobre el causante del miedo, en este caso el coronavirus. Aislar a las personas, confinarlas incluso a los sanos, es lo peor que podemos hacer, no solo porque aumentamos el miedo, bajando así las defensas, la inmunidad de los organismos que pueden hacer frente a determinados virus y bacterias. Desde la creación de la vida en la tierra, estuvimos rodeados por dentro y por fuera de virus y bacterias. De hecho las bacterias que residen en nuestro estómago son las que realizan nuestra digestión. Hay virus perniciosos que nos enferman cuando nuestro “territorio”, nuestro sistema inmune está depresivo, bajo. Y lo que baja nuestra inmunidad es el miedo, el aislamiento, el sedentarismo, no dar paseos al aire libre, al sol, baños de mar, comer sano, dormir bien, trabajar evitando el estrés, llevar una vida normal. Los tests PCR que nos pueden dar positivo, no implica que nos tengamos que aislar, pues no contagiamos si no estamos enfermos, es decir, si no tenemos síntomas. Solo contagian las personas enfermas, a través del estornudo o de la tos, si están a menos de un metro de distancia nuestra. Pero no estamos enfermos todos!!!. El miedo colectivo se convierte en paranoia colectiva, trastorno paranoide. En este caso frente al virus imaginario que existe, pero no tiene la potencia y el poder de infección que le queremos dar. Por eso las mascarillas solo son útiles cuando estamos en contacto con personas enfermas que tosen o estornudan a nuestro lado a menos de un metro , tal y como dice la OMS.

Para combatir este miedo a la gente o antropofobia, es bueno escuchar este video de la Dra. Natalia Prego, especialista en Medicina Comunitaria, que ha levantado la voz con varios videos para combatir esta locura mundial que nos rodea con fines bastante malévolos: No se puede dejar de vivir, por el miedo a morir:

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